Heroína
●USO
El opio (papaver somniferum) tiene una larga historia, ha sido utilizado por la humanidad desde la antigüedad, una de sus primeras referencias data de hace 4000 años antes de Cristo.
El opio era fumado en diversas
zonas de Asia, pero al aislar sus alcaloides su demanda se incrementa
significativamente. Uno de estos alcaloides es la morfina que es un potente
analgésico y es utilizada actualmente con fines médicos. Se le dio el nombre de
morfina por el Dios Griego del sueño Morfeo. Este alcaloide fue sintetizado por
un científico alemán en 1806.
La heroína es otro de los alcaloides que se obtienen del opio y fue sintetizada
en el siglo XIX por la industria farmacéutica Bayer que buscaba un fármaco que
tuviera la capacidad analgésica de la morfina, pero sin su potencial adictivo.
La heroína se utilizó inicialmente como terapia frente a la morfinomanía, aunque
este uso pronto se abandonó al no mostrar los resultados deseados.
La heroína es una sustancia
(alcaloide) que se extrae del opio (Papaver Somniferum), al igual que otros
derivados opiáceos como la metadona, morfina, codeína, etc.
La heroína es una sustancia que genera una fuerte dependencia, tanto física como
a nivel psicológico y de comportamiento.
La heroína puede ser
administrada por vía intravenosa, inhalada o fumada. Los efectos son siempre los
mismos, pero varía su intensidad y la rapidez de actuación.
Inhalar la heroína:
La Heroína se calienta sobre un
papel de aluminio y se inhalan los vapores que desprende.
Heroína inyectada: La heroína se disuelve en agua y se le adiciona un poco de ácido cítrico y con una jeringa hipodermica se inyecta directamente en una vena. Este método es el de mayor riesgo por el peligro de infecciones que conlleva; entre otros padecimientos se encuentra el SIDA, la hepatitis, etc. Sin importar la vía de administración, estos conllevan una serie de riesgos para la salud.
Heroína fumada: Este método es el más seguro ya que penetra gradualmente al organismo y por tanto se puede controlar la dosis.
Los efectos de la heroína son de
tipo psicológico y fisiológico y estos son:
Efectos
psicológicos.-
Euforia, sensación de bienestar y placer
Efectos fisiológicos.- Analgesia (disminución de la sensibilidad al dolor), en los primeros consumos no son raras las náuseas y vómitos así como la inhibición del apetito.
Los daños que ocasiona el consumo de la heroína en general son:
La heroína atraviesa fácilmente la barrera hematoencefálica y llega rápidamente al cerebro ocasionando alteraciones en los neurotransmisores cerebrales. También atraviesa la barrera placentaria en las mujeres embarazadas razón por la cual puede ocasionar efectos sumamente dañinos en el feto.
Otro de los riesgos al consumir la heroína, es que ésta puede ser adulterada con productos altamente tóxicos, los cuales pueden provocar infecciones severas del tipo de la septicemia, o bien dañar los vasos sanguíneos y ocasionar problemas tombóticos o abscesos.
Las jeringas al ser compartidas y por tanto no ser estériles pueden estar contaminadas con virus o bacterias, lo que puede ocasionar infecciones graves como el SIDA o la hepatitis.
La heroína afecta en varios planos al individuo adicto, de tal manera que a nivel psicológico encontramos alteraciones de la personalidad, cognitivas, como problemas de memoria, trastorno de ansiedad y depresión, dependencia psicológica, que hace que la vida del consumidor gire obsesivamente en torno a la sustancia.
A nivel orgánico el adicto presenta, perdida de peso, estreñimiento, caries, anemia, insomnio, inhibición del deseo sexual, pérdida de la menstruación en la mujer adicta, infecciones diversas (hepatitis, endocarditis, etc.).
El consumo habitual de la heroína genera tolerancia con rapidez, por lo que el consumidor necesita aumentar la dosis para experimentar los mismos efectos, lo que conduce a que se presenten cuadros de sobredosis.
La heroína presenta un cuadro muy desagradable al ser suspendido el consumo o al ser administrada una dosis inferior a aquella a la que esta habituada el organismo, a esto se le conoce como síndrome de abstinencia. Éste síndrome se caracteriza por síntomas como: lagrimeo, sudoración, rinorrea, insomnio, náuseas, vómitos, diarrea, fiebre, dolores musculares, los cuales se acompañan de ansiedad intensa.